martes, 23 de octubre de 2012

Exorcicemos nuestros propios demonios

Hace un tiempo, recuerdo haber asistido a un encuentro de formación política, en un determinado lugar,  con un específico grupo de periodistas, comunicadores y presentadores de televisión. Colegas y camaradas se suponía que éramos todas y todos. El objetivo de aquel encuentro era fortalecer el criterio político para no caer en los clichés, en las frases pre-elaboradas y así dejar a un lado el tan despreciable "periodismo panfletario", que  en vez de ayudar y sumar, resta credibilidad y empatía no solo con los NO convencidos, sino también con los MUY convencidos quienes divorciados de las armas melladas, muy poco respeto ya le tienen (o nos tienen) a algunos colegas.

El caso es que verdaderamente, me sorprendí con algunos testimonios, yo apenas tenía unos meses en esto de la televisión y no conocía a fondo  las dimensiones que tenía el "cara de vidrio" en la metamorfosis kafkiana de los humanos. Sin exagerar, y aunque suene contradictorio, escuche  versiones aburguesadas y "wannabe" de militancia. Admito que mi formación política ha sido prácticamente nula, y aunque he estudiado con esmero algunos autores, ni me comparo con quienes desde la infancia han sido criados con esa conciencia. Sin embargo, escuchar a estos colegas era vergonzoso, distaban mucho de los valores que deberíamos representar quienes tenemos la infinita responsabilidad de proyectar, entre otras cosas,  el mensaje de la revolución. En fin, no entraré en detalles para no herir aún más susceptibilidades.


La cosa es que con este tema de la crítica y la autocrítica,  he analizado algo que pudiera definirse en una metáfora: manada de buitres moribundos devorandose entre sí. Esos mismos que escuche aquella vez con semejantes expresiones e ideas - insisto- aburguesadas, los leo y los veo ahora en algunos espacios con tamaña voz de mando para agredir con intrigas -entre otras cosas- en nombre de algo tan sensato, hermoso y humano como es la revisión a la que llamó nuestro líder Hugo Chavez. Señalan a mansalva  a otros que bastante  han aportado a pesar de ser HUMANOS, y vaya que eso ya es mucho.


Señoras, señores, colegas, camaradas, compañeros, compañeras, vean como esos tres dedos que cierran para apuntar con el índice a los demás, apuntan a ustedes también. El sectarismo ese adolescente, típico de las películas sobre colegiales estadounidenses, que manifiestan a través de diferentes espacios da muestra de una profunda falta de formación (pero humana), eso por no mencionar otras cosas que hasta pena ajena dan. Se supone que estamos respondiendo a los intereses que salvarán al mundo, y no es juego, es incluso uno de los objetivos del  Plan de la Patria 2013-2019, y con esos EGOismos, difícilmente podremos (podrán) poner al menos UN granito de arena.


¿Cuál es mi propuesta? Pues debatamos, no sobre diferencias personales, o sobre quién hizo-hace qué con quien. Debatamos sobre nuestras coberturas, nuestras investigaciones, recordemos que SOMOS la voz de un pueblo, que podemos visibilizar a esos colectivos que tantos años de lucha tienen por sus causas y que se indignan con estos juegos del mal, frígidos y estériles. Otra propuesta les doy; Seamos intermediarios entre esa fiera llamada "burocracia" y los intereses de nuestros hermanos y hermanas. Respetemos este oficio y reivindiquemoslo. Sí lo logramos, nuestro compromiso en estos tiempos transcenderá en la historia.


Digo esto, porque ¡Bravo! ganamos la pasada contienda, pero eso nos hace aún más vulnerables y la pelea no puede ser entre nosotros porque nuestro verdadero enemigo es un OGRO que SI come niños y desaparece pueblos enteros: el IMPERIO. Compas, tomen esto en serio, porque de nada les servirá el patrocinio en sus programas radiales o las tarimas que les dan si aquí ocurre lo que por más de una década estamos evitando y resistiendo.


Desnudo estas ideas, acribillenme si quieren, pero ya que nos invitan a ser autocríticos, no puedo dejar de referirme a este mundo de divas, divos y otros demonios... Yo, con la mano en el corazón, les juró, he puesto mi alma en remojo.